viernes, 30 de abril de 2010

Artistas o artesanos

"Por otro lado, siempre que una comunidad, algún sector poderoso dentro de ella o cualquier clase de gobierno intenta dictarle al artista lo que debe hacer, o bien el arte desaparece y se vuelve artificioso o degenera en una forma inferior e innoble de artesanía. Una obra de arte es el resultado único de un temperamento singular. Su belleza proviene del hecho de ser su autor quien es. Nada tiene que ver con los deseos de otra gente. De hecho, ni bien un artista advierte lo que los demás quieren y trata de satisfacer esa demanda, deja de ser un artista y se convierte en un artesano, aburrido o divertido, o en un honesto o deshonesto comerciante. Ya no tiene derecho a ser considerado un artista. El arte es el modo más intenso de individualismo jamás conocido por el mundo".
Oscar Wilde.

lunes, 19 de abril de 2010

Inflación palabraria

“Los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad”

Por Eduardo Galeano


Lamentablemente, no podré estar con ustedes.

Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar.

Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.

Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.

Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.

Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.

Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.

Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.

Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.

Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.

Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.

Hay voces del pasado que hablan al futuro.

Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.

El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.

Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.

Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.

Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.

Vuelan abrazos, desde Montevideo.

* Hoy empieza en Cochabamba, Bolivia, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿Entonces, quién era? ¿Boris Karloff caracterizado?

Mordisquito!
Primer Ciclo. 5

¿Por qué hablás si no sabés? ¿De dónde sacaste esa noticia
que echás a rodar desaprensivamente, sin pensar en
lo irresponsable que sos y en el daño que podés hacer?
Estamos viviendo el tecnicolor de los días gloriosos y vos
me lo querés cambiar por el rollo en negativo del pesimismo,
el chisme, la suspicacia y la depresión. No, si yo
a vos te conozco, ¡uf, si te conozco! Vos sos, mirá, vos
sos el que no podés disponer de hechos y entonces usás
los rumores, y te acercás a mí para tirarme la manea de
unas palabras en el momento más inesperado. ¿Sabés qué
palabras, por ejemplo?: «¡La que se va a armar!»
¡Explicáte! Que tu actividad capciosa no se detenga
en el umbral de las palabras, sino que atraviese el zaguán
del prólogo y me tienda la mesa en el comedor de los
hechos… hechos y no palabras, hechos y no rumores.
Dale, servíme la cena. Poné sobre mi mesa eso que estás
anunciando, pinchálo con el tenedor de una evidencia,
cortáme el entrecote con el cuchillo de otra evidencia, ¡y
hacé que yo trague el bocado evidentemente! Porque,
hasta ahora, los rumores se fabrican aquí por quienes se
alimentan de sus propias milanesas. Porque yo a vos no
te entiendo. Vos me agarrás del brazo en la vereda, me
anunciás que se va a venir una… se va venir una… y en
vez de venir una, te vas vos, y yo me quedo en la vereda
tratando de no impresionarme, porque si yo fuera impresionable
entraría en mi casa agachado como vos,
hablando al bies como vos, y cuando los míos vinieran
a saludarme alegremente, también yo levantaría la medianera
de esas palabras sibilinas que me dijiste: «Menos alegría
y vayan preparándose… porque ¡se va a venir una!»
Pero yo vengo de vuelta, ¿sabés? Yo vengo de otras épocas
llenas de palabras, superfluamente llenas de palabras;
no había nada más que eso: barrios de palabras,
tribunas de palabras, países de palabras, y por eso no
creo en los rumores chiquitos y muchas veces miserables
con que vos querés hacerle sombra a una realidad que
está iluminándonos. ¿Por qué hablas si no sabés? ¡Entristece
pensarlo! Claro, a vos vino uno y te dijo que ayer
mataron a treinta. ¿Dónde están los que mataron? ¿Fuiste
al entierro? ¿Tomaste café en el velorio? No, vos no viste
nada, vos no sabés nada, pero como alguien te lo dijo,
vos lo repetís, y ¿quién se lo dijo a ese alguien? ¿Quién?
Ahora me explico: será el mismo que anunció, por ejemplo,
que Fulano y Mengano estaban presos. Y entonces,
vos venís y me decís, siempre agachado, siempre haciéndote
el misterioso: «¡Shhh… la cosa está brava! ¡Los
metieron presos a Fulano y Zutano!» Y si te digo que anoche
lo vi a Fulano con una rubia y que hoy almorcé casualmente
con Mengano, vos me mirás con una lástima tremenda
y me decís que es un truco. ¿Cómo un truco? ¿A
mi me la vas a contar? ¡Yo estuve con Mengano! ¿Cómo
que no? ¿Entonces, quién era? ¿Boris Karloff caracterizado?
Pero, oíme, ¿no ves en qué época estás viviendo?,
con kilos de realidades, toneladas de realidades, y entonces,
¿cómo podés mostrarte tan pequeño, tan chiquito, y
ser un cómplice más en esta carrera de posta en la que
los rumores más absurdos, cuando no cínicos, salen de
la obscuridad y quieren meterse en el pensamiento de
los crédulos? Ya sé, decís que vienen desde el exterior
contando con la colaboración de sus personeros, de los
que, desgraciadamente, muchos son argentinos. Pero ¡no
hablés tonterías! ¡Averiguá primero! Despreciá al malintencionado
que te pasa un rumor como quien te entrega
un billete falso… y no ves que si es falso, ¿cómo vas a
comprar la verdad? ¿O vos no sabías que la verdad está
en los hechos maravillosos que hoy nos rodean, y que la
mentira está en esos rumores o calumnias que vos recogiste
y amplificaste? ¿A mí me vas a contar que no sabés
que son calumnias? ¿Que creés en los rumores? ¿Que pensás
firmemente que… «se va a venir una»? ¡Fenómeno
la que se va a venir! ¡Vamos, criatura, que somos pocos
y nos conocemos mucho! ¡A mí no me la vas a contar!

sábado, 10 de abril de 2010

Ved en trono a la noble igualdad

De eso ya se habla
Por Osvaldo Bayer


Poco a poco, la ética se está adentrando en la interpretación de nuestra historia. Hace unos días, en el propio salón de actos de la Legislatura de Buenos Aires, se realizó un encuentro en el cual se puso el acento en lo que nos pasó a los argentinos en el tratamiento de los pueblos originarios que viven desde hace siglos en estas tierras. Sí, justo allí. En ese edificio, donde hace muy poco se echó la culpa de todos nuestros males a los “trapitos” y a los “limpiavidrios”, se hizo un análisis histórico y se debatió con total amplitud cómo fueron traicionados los principios de Mayo en nuestra historia posterior, basada en el derecho del más fuerte, en el poder de los dueños de la tierra, en los políticos personalistas, en dictaduras militares cada vez más repetidas, y en el atroz proceder racista contra los pueblos originarios.

Se discurrió acerca de la docencia sobre la base de la Libertad y la Verdad, el respeto a los intereses mutuos, y cómo llegar a eso que repetimos al cantar el himno: “ved en trono a la noble igualdad”. Cómo concretar esas sabias palabras de Esteban Echeverría, escritas en 1837: “Asociación, progreso, libertad, igualdad, fraternidad, términos correlativos de la gran síntesis social y humanitaria, símbolos divinos del venturoso porvenir de los pueblos de la humanidad. La libertad no puede realizarse sino por medio de la igualdad, y la igualdad, sin el auxilio de la asociación o del concurso de las fuerzas individuales encaminadas a un objeto: el progreso continuo. El camino para llegar a la libertad es la igualdad. La Igualdad y la Libertad son los principios engendradores de la Democracia”.

¿Dónde quedó esa democracia un siglo después, con la serie de dictaduras militares que llegaron a su más alto índice de abyección con el sistema de la desaparición de personas y el robo de los niños a sus madres? Es increíble. Del pensamiento de Mayo a la picana eléctrica de Uriburu-Lugones.

Lo que nos caracteriza a los argentinos de lo que hicimos con el Pensamiento de Mayo de un Mariano Moreno, un Belgrano o un Castelli, lo tenemos allí: en la Diagonal Sur. A esos pensamientos libertarios, tan libertarios que emocionan, los convertimos en el bronce para hacer la estatua del genocida Roca. Justo un producto de aquella Década Infame que comenzó Uriburu en el ’30 y prosiguieron los políticos de la hipocresía desmandada: el Fraude Patriótico. Y desde ese momento, Roca, el genocida, nos ha marcado el ritmo a los argentinos: no el “ved en trono a la noble igualdad en Libertad”, sino el latifundio, los niños con hambre y las villas miseria.

Sí, fue en el salón de la Legislatura donde –no por supuesto por parte de los legisladores, claro está (aunque algunos de ellos estuvieron en las primeras filas del público dando su solidaridad con los estudios históricos que allí se debatieron)– se realizó esa fiesta de la libertad de ideas y de opiniones. Comenzó con un prólogo de música de la tierra, con esa música profunda, sencilla, como ecos de trinos de mil aves distintas. Y se leyeron poesías acerca de la tierra y su gente escritas por monseñor Angelelli, aquel obispo mártir, asesinado por los uniformados de turno. Ese obispo, además de luchador inclaudicable de los derechos de la gente de la tierra, los describía en idioma poético. Poesías para recitar al compás de guitarras gauchas, para enseñar en nuestras aulas. Angelelli, cuyo cuerpo quedó tirado en la ruta sólo porque quería la dignidad para toda su gente, la gente humilde, de andar pausado que sabe acariciar a la naturaleza.

Decíamos que hay como un renacer de esa temática en las nuevas generaciones. Por ejemplo, lo notamos en las creaciones cinematográficas. Acaba de editarse Octubre pilagá, un documental de Valeria Mapelman. Es el relato de la investigación sobre la masacre cometida en 1947, en el norte argentino, con los pilagás, un pueblo ancestral de aquellas regiones. Cientos de pilagás fueron asesinados en la forma más brutal por la Gendarmería Nacional. Fue en el segundo año del gobierno de Perón. Jamás se ordenó una investigación del hecho. Hay todavía testigos sobrevivientes de la matanza. Con sus rostros se ocupan las cámaras. Tienen la sabiduría del tiempo y hablan pausadamente, sin levantar la voz. Relatan cómo se los encerró en un lugar conocido como La Bomba y se los baleó impunemente. Los ojos tristes, la voz pausada. Detalle por detalle. La sabiduría que va dejando la vejez y la vida humilde. No hablan de venganza, sí de lo injusto. De la incomprensión. Rostros formados con tierra generosa. Nos llevan al lugar. Sí, allí cayeron hombres, mujeres, niños. Desarmados. A tiro limpio les quitaron la vida, sin poder defenderse. Algunos hablan mientras realizan, lentamente, sus tareas. Sí, allí fue, allí están enterrados. Jamás se nos dio una explicación... nada. Los rostros de los niños, que nos miran.

Pilagás. Agua. Tierra. Manos que trabajan en silencio. El eterno canto de los pájaros, sus llamados, sus colores. Y de pronto, la muerte.

De eso no se habla.

Me vienen a la memoria esas palabras inspiradas en el pensamiento de San Martín, de septiembre de 1822, en que el Congreso Constituyente del Perú se expresó así sobre los pueblos originarios: “Nobles hijos del Sol, amados hermanos, a vosotros virtuosos indios os dirigimos la palabra y no nos asombre que os llamamos hermanos, lo somos de verdad...”.

Otro film documental que acaba de ver la luz es Por el camino del malón de la paz, realizado por Diego Romero y Soledad Berttendorff. Es la historia –investigada por el historiador Marcelo Valko– de 176 coyas que caminaron 2000 kilómetros desde Abra Pampa, en Jujuy, a Buenos Aires, a reclamar justicia por el abuso y la explotación en los ingenios, realizado por los terratenientes, y exigir que se les devuelvan las tierras comunitarias de las que habían sido expulsados, en las que habían habitado durante generaciones. Expulsados por los mismos dueños de todo. Cuando llegan a Buenos Aires, Perón los recibe y tres de los indígenas suben al balcón de la Casa Rosada frente a una multitud. Pero luego fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes –sarcástica ironía–, expulsados y llevados en un tren de carga nuevamente de regreso a Abra Pampa. Luego de 53 años del vergonzoso episodio, quedan todavía cuatro “maloneros” con vida. Y ahí está el relato, más todos los documentos de época.

Se nota en los rostros la injusticia sufrida, que no se ha disipado durante tantos años. Ellos, los hijos de la tierra, vejados por los dueños de esa tierra. Un documental para ver en los institutos de enseñanza y en todos los lugares, para el debate. Los peronistas deben todavía a la ciudadanía una autocrítica por estos dos hechos. Lo mismo que por la masacre de Ezeiza y por las Tres A del “ministro” López Rega. También los radicales deben a nuestra sociedad la autocrítica por las masacres obreras de la Semana Trágica, de 1919, por la represión de las huelgas de peones de las estancias patagónicas, de 1921-22 y por la de los hacheros de La Forestal, del mismo año. Y también los socialistas nos deben una profunda crítica por su apoyo a dictaduras militares, como el caso de Alfredo L. Palacios, que fue embajador en el Uruguay de la dictadura del general Aramburu, y Américo Ghioldi, embajador en Portugal de la dictadura militar de la desaparición de personas.

Esas autocríticas benefician a la democracia. Por algo ha sido que nuestro país tuvo tantas dictaduras militares que interrumpieron gobiernos elegidos por el pueblo. Por los momentos débiles de nuestras democracias.

La misma autocrítica tiene que hacerse nuestra sociedad, mediante la convocatoria de congresos de historiadores, que juzguen nuestro pasado de acuerdo con las normas de la ética, del respeto a la vida y de los derechos de todos. Y así acabar con monumentos y nombre de ciudades de personajes que se basaron en el crimen y en el poder económico.

Pero no nos conformemos con el pasado-actual sino que también vayamos a los problemas del hoy argentino.

Me da mucha pena cuando se persigue a la juventud con encarnizamiento. Relato el episodio: el 19 de mayo del año pasado hubo una protesta de grupos políticos argentinos, en el acto de conmemoración de la fundación del Estado de Israel, por la política de este Estado en cuanto a los palestinos. Ante los gritos y los coros de esos grupos intervinieron la custodia propia israelí y la policía local. Fueron detenidos varios de los participantes de la protesta y se hicieron allanamientos no autorizados. De todas esas intervenciones se solicitó además la captura de Roberto Martino. Debemos decir que Roberto Martino, a quien todos llamamos el Negro, no tiene antecedentes penales y siempre vivió en el mismo lugar declarado. Es decir, se ha llegado a una criminalización de la protesta que es exagerada dentro de las libertades que se debe dar en una democracia. El Negro Martino no hizo ni ostentación de armas ni participó de agresiones. Diversos intelectuales, entre ellos el premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel, y la misma organización Apemia, que se organizó para el esclarecimiento de la masacre impune de la AMIA, se han pronunciado a favor del cese de la persecución de Roberto Martino.

Una democracia debe dar libertades a la protesta política, es un derecho de todo ciudadano; claro está, siempre que no se llegue a la agresión ni al deterioro de objetos, como es el caso de aquella protesta en la que estuvo presente Roberto Martino.

La democracia no tiene que temer a la palabra aunque venga en coro de protesta, especialmente de jóvenes que desean ser protagonistas de la vida política de un país.

Esperamos, pues, los amigos del Negro Martino, que de una vez por todas se levante su persecución, así él puede volver a sus estudios y trabajo. Es un pedido también a los miembros de la embajada israelí: un pueblo como el de Israel, que ha sufrido en su larga vida tantas discriminaciones y persecuciones, debería aportar aquí su mano abierta a quien sólo expresó su opinión en un acto público.

La democracia también se funda con generosidad, que en este caso sería verdadera justicia.

sábado, 3 de abril de 2010

Curriculum Vitae: Domingo Felipe

Candados
Por Alfredo Zaiat


Fue uno de los principales responsables de la estatización de la deuda externa privada durante la dictadura militar como presidente del Banco Central, medida que derivó en una importante transferencia de ingresos hacia grupos económicos descargando la carga de esos pasivos sobre el resto de la sociedad. Participó del derrumbe del gobierno de Raúl Alfonsín al recomendar en Washington, como legislador del PJ, que el FMI y el Banco Mundial suspendieran la asistencia financiera al país, iniciativa que aceleró el proceso de hiperinflación con las conocidas consecuencias sociales. Fue el ideólogo del Plan Bónex, instrumentado a través de su delegado en el directorio del Banco Central, Felipe Murolo, que expropió los plazos fijos de los ahorristas al canjearlos por títulos públicos en los primeros meses del gobierno de Carlos Menem. Lideró como ministro de Economía el experimento de la convertibilidad, esquema cambiario que duró diez años provocando la destrucción de gran parte del entramado productivo y laboral. Acordó en 1992 el Plan Brady de la deuda, con su hombre de confianza en operaciones financieras David Mulford, que culminó en un salvataje para los bancos acreedores. Tuvo una participación central en las políticas de apertura, desregulación y privatización de empresas públicas durante la década del noventa, con una estructura legal, económica y de negocios que devastó instituciones estatales y liquidó activos sociales acumulados por generaciones. Fue el abanderado del ajuste fiscal con la ley de déficit cero y la reducción nominal del 13 por ciento de salarios de empleados públicos y jubilaciones, agudizando de ese modo la recesión durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Diseñó el escandaloso megacanje, con la estrecha colaboración de Horacio Tomás Liendo (hijo), que incrementó fuertemente la deuda y hoy se siguen investigando irregularidades y fraudes de esa transacción en una causa judicial. Finalmente, como si todo lo anterior hubiera sido poco, ejecutó la más grande estafa a la confianza de los ahorristas al implantar el corralito de los depósitos bancarios. Domingo Felipe Cavallo es quien tiene esa foja de servicios. Es un misterio que siga siendo consultado para opinar sobre temas económicos. Por muchísimo menos, aunque igualmente dañino a los intereses de la mayoría de la sociedad, políticos, ministros y empresarios fueron desterrados del espacio público, y algunos han penado una condena en la cárcel.

La reaparición mediática de Cavallo no es relevante por él mismo, que siempre se ha caracterizado por defender con falacias sus políticas y se ha dedicado a pronosticar caos cuando no está al frente de la gestión para presentarse como el dueño del saber y como salvador/verdugo. La búsqueda de su palabra como si fuera distinguida (des)califica, en realidad, a quienes lo convocan y a sectores políticos y económicos que muestran una incapacidad sorprendente para no aprender de errores pasados. En estos años de tensión política mediática, con más intensidad en meses recientes, se ha producido una notable regresión en el análisis económico que resulta asombrosa teniendo en cuenta la historia de sucesivos planes fallidos en décadas pasadas. Sólo en el marco de esa regresión puede tener espacio en ciertos ámbitos la opinión de Cavallo, como también la de varios exponentes del pensamiento conservador que fracasaron cuando tuvieron responsabilidad en diferentes áreas de la economía.

Esa corriente de ideas va adquiriendo mayor energía en sectores políticos que exponen su incapacidad de no haber podido aprender de frustradas experiencias propias. Una fuerza política que aspira a ser gobierno debería buscar un escenario económico donde tenga que enfrentar la menor cantidad de candados cerrados para de-sarrollar su gestión. El caso más cercano de haberse atado de pies y manos fue el compromiso de la Alianza, en tiempos electorales, de no tocar la convertibilidad en caso de ser gobierno. De ese modo se clausuró la tranquera económica perdiendo la posibilidad de ganar escasos márgenes de autonomía existentes en economías periféricas. El saldo dramático de esa administración se reconoce en gran parte en ese compromiso-candado inicial.

En varios debates sobre cuestiones económicas hoy se reeditan comportamientos similares a los que luego provocaron el fracaso de la Alianza. Como si no se hubiera aprendido nada de ese desmoronamiento, con el respaldo de figuras de la ortodoxia económica, ciertas figuras políticas pretenden consolidar los siguientes candados, que padecería un futuro gobierno:

- La independencia del Banco Central. El papelón del atrincheramiento de Martín Redrado en el BCRA hasta la demora en la aprobación del pliego de su reemplazante, Mercedes Marcó del Pont, tiene como eje discursivo la necesidad de mantener la autonomía de la entidad monetaria. Existe abundante literatura académica y también suficiente experiencia internacional que expresan la importancia de implementar una política económica coordinada entre el Palacio de Hacienda y el BC, en la cual este último tiene el papel relevante de acompañamiento, pero no el estelar como aspira la ortodoxia monetarista.

- No tocar las reservas para pagar deudas. La resistencia a utilizar una pequeña porción de las reservas, en un contexto de superávit comercial y de cuenta corriente, para pagar deuda es imponer una restricción que no reconoce racionalidad económica. Países con reservas excedentes le asignan diferentes usos a esos recursos: Brasil, China, Rusia, Ecuador, entre otros, y ahora también lo está evaluando Uruguay.

- Coparticipar el impuesto al cheque. Restar recursos a la Nación sin plantear una discusión amplia sobre la coparticipación, la calidad y eficiencia de los regímenes de recaudación provincial y la necesidad de una reforma tributaria en sentido progresivo sólo define restricciones fiscales a la gestión de éste y del futuro gobierno central.

- Limitar la utilización de DNU. Esta medida en un Congreso que hoy está bastante fragmentado y que con las próximas elecciones puede serlo aún más, según la fuerza política que sea triunfadora, plantea un horizonte inquietante para la gestión económica.

- Frenar la expansión del gasto público. Las insistentes críticas acerca del crecimiento del gasto público prepara el escenario para futuros ajustes de la mano de la ortodoxia. En ese sentido, resulta contradictorio el discurso de cuestionar los subsidios al tiempo de oponerse al aumento de tarifas reduciendo esas subvenciones.

- Cuestionar las retenciones a las exportaciones agropecuarias. La batalla contra los derechos de exportación emprendida por las cámaras patronales del campo concentra el apoyo de algunos grupos políticos. La disminución o reducción de las retenciones tiene implicancias negativas en el frente fiscal, en el de precios de alimentos y en la organización de la producción del agro.

- Regresar al FMI. Esta aspiración de la ortodoxia implicaría regresar a las condicionalidades de un organismo internacional que aún no ha revisado su receta del fracaso.

La avanzada conservadora tiene la virtud de abrir el candado de la boca de sus peores exponentes, apareciendo ante la sociedad como voces autorizadas, al tiempo que impulsa el cierre de otros que limitan la autonomía de la gestión gubernamental. Sólo hay que estar atentos para no confundirse en la elección de las llaves.