"Lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano".
Jorge Luis Borges. Nuestro pobre individualismo, Otras Inquisiciones.
Para quienes no reconozcan el título, pertenece a una célebre canción de Sumo, escrita por su genial (y creo que el adjetivo es hasta mezquino) vocalista Luca Prodan, "El cieguito volador".
Es prácticamente imposible, al menos para mí, descifrar el por qué me gusta una canción. O me gusta o no, pero desentrañar la etiología es destruir su arte, creo. Esta canción me llamó la atención por expresar tan correctamente la óptica de un murciélago, de un ajeno, de un extraño y, por qué no, de un extranjero.
Estamos acostumbrados a observar el mundo con una sola óptica, la propia. Y por más que intentamos "ponernos en el lugar del otro", los prejuicios se nos adelantan y ganan la carrera en más de una oportunidad. Qué hacer cuando esto sucede, es la cuestión. El que afirma que no tiene prejuicios (así, taxativamente lo digo), miente. Todos los tenemos: y sí, son pre-juicios, no juicios. El juicio debe tener un conocimiento de causa, una razón, una raíz. Los prejuicios son el salto pseudo-lógico por economía cuasi-ética, cuasi-moral, que emitimos por evitar razonar, por contumaz pereza. Ahora bien, admitido el error, nos enfrentamos con nosotros mismos, con nuestra verdad, nuestra mezquindad, nuestra miseria. Y al verla cara a cara, se nos presenta el interrogante: quid faciamus?
Berlusconi dice que los inmigrantes engrosan las filas de la criminalidad, es el título de una nota. En qué se basa, vaya uno a saber. Probablemente en que los europeos son, bueno, europeos, y no roban con pistolas sino con firmas (en el mejor de los casos), o con bombas (en el peor). Ladrones de guantes blancos, que les llaman.
Y no hace falta irse al Viejo Continente para encontrar soluciones prácticas a problemas complejos. En más de una ocasión se culpa con ignorancia supina a la clase baja de los delitos, a los "morochos", a los "negros", calificados inmediatamente con un adjetivo despectivo (como si el sólo llamarlos "negros" no lo fuera), alegando como solución la policía en las calles, la baja en la mayoría de edad, la suba en las sentencias. Soluciones todas al secundario efecto , no a la primera causa , que, sabemos, continuará ocasionando los mismos resultados.
Dan miedo y terror
Y nunca están limpios
Los murciélagos se quedan abrigaditos
En cuevas tristes
Los murciélagos tienen alas de cisne
Y se cuelgan hacia arriba
Viendo tu panza al revés
(...)
Revés al panza tu viendo!
Yo estoy al derecho!
Dado vuelta estás vos!