lunes, 30 de noviembre de 2009

Mutilación de "horizontes intelectuales"

Groucho Marx dijo una vez "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro", reflejando, tal vez, su repudio por la caja boba. De caja por estos días le queda poco, porque cada vez se parece más a una lámina líquida...de boba, le queda menos. La tele -pars pro toto- no es boba: embobece, que es distinto. Y cada uno tiene la opción, como Groucho, de ser partícipe de ese juego o no.
El fragmento que adjunto, si bien a priori parece no tener relación alguna con la máxima del alter Marx, sí concurren en un punto. La especialización, dice Marechal, si desconoce el valor de las asignaturas excluidas, limita la “materia de intelección” que naturalmente se ha dado al hombre como “posible” y, además, el “horizonte intelectual” del estudioso, cuyo radio irá disminuyendo en la medida de sus propias limitaciones, y en uno y otro caso el proceso tendrá el carácter de una verdadera “mutilación”. Como la tele.

Fragmento de “El Oscuro de Éfeso”, ensayo de Leopoldo Marechal, publicado en su Cuaderno de Navegaciones.

El obrero de una “ciencia especializada” comenzará por circunscribir su asignatura dentro de un límite cerrado, fuera del cual permanecen las otras asignaturas que no entran en su especialización. Todo ello es perfectamente legítimo si el estudioso conoce, al menos en síntesis, el valor de las asignaturas excluidas y su orden jerárquico dentro de la Ciencia General. El peligro está en que dicho estudioso incurra en las dos aberraciones que siguen y que a menudo son consecutivas: 1° desconocer las asignaturas que, según él, no entran de ningún modo en su “especialización”; y 2° negar simple y llanamente la validez cognoscitiva de las asignaturas que no entran, según él, en la órbita de sus estudios. Dichas aberraciones del estudioso entrañan un peligro doble: limitan primero la “materia de intelección” que naturalmente se ha dado al hombre como “posible”; limita luego, y en consecuencia, el “horizonte intelectual” del estudioso, cuyo radio irá disminuyendo en la medida de sus propias limitaciones, y en uno y otro caso el proceso tendrá el carácter de una verdadera “mutilación”.
Un ejemplo trivial de las limitaciones que dije lo darían los médicos especializados en un solo órgano del cuerpo, los cuales terminan, como es fama, por atribuir al órgano de su especialidad el origen de todas las enfermedades. Llevemos, por analogía, este caso al “cuerpo íntegro” de la ciencia posible, tal como lo presenta cualquier enseñanza tradicional; y supongamos que Aristóteles, en lugar de empeñarse, como lo hizo, en todas las ramas del conocimiento, se hubiera especializado en la Física, primero con la exclusión y al fin con la negación de la Metafísica y de sus tratados acerca del alma. ¿Qué habría sucedido entonces? Que los helénicos habrían gozado tempranamente de las enceradoras eléctricas, aunque, por desconocer los primeros principios, ignorasen de dónde vinieron, a dónde van y para qué coño están ubicados en este mundo. Eso vino más tarde y pasa hoy, merced a una ciencia que, no pudiendo suministrar al hombre ninguna respuesta digerible a las preguntas de su entidad metafísica, le llena, en cambio, las habitaciones con artefactos electrodomésticos y le prepara un Juicio Final de bomba H.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Susanitas, háganse cargo!



Cualquier programa de recuperación, por ejemplo el de los 12 pasos de AA, comienza por admitir el problema, por asumirse. Constantemente veo gente incoherente: proclama ciertos valores y, paradójicamente, no actúa en consecuencia. Como Susanita. No se asume. Y si no se asume, persiste en el error. Ya se sabe: errar es humano... persistir en el error, estúpido.
Esta Susanita creció y se multiplicó: sus copias rondan hoy los 30, 40 o 50 años -aunque las hay más jóvenes, por supuesto-. Tristemente, siguen sin asumirse.
A esta altura, no queda más que decir que...
Háganse cargo!
Por Raúl Degrossi

Háganse cargo de su fascismo visceral, ese que ve en todo pobre a un delincuente, y en la represión, la solución mágica a todos los problemas de la sociedad.

Háganse cargo de esa lacra que arrastran , y no nos abollen más los oídos con la sanata del diálogo y el consenso, ya aprendimos que significan balas y palazos.

Háganse cargo de su golpismo, de su actitud antidemocrática y de su intolerancia hacia todo gobierno que no sea el que ustedes eligen o apoyan, y a veces ni eso, como pasó con De La Rúa, y no nos hinchen más las pelotas a todos con fingidas apelaciones a la república y las instituciones.

Háganse cargo de su moral doble, que tira los papeles al cesto de basura en Europa y llena el conurbano de residuos acá, y reclama servicios estatales de Suecia mientras paga impuestos de Namibia.

Háganse cargo y no jodan más con la corrupción de los gobernantes, actuales y pasados, como si ustedes fuesen ciudadanos ejemplares, y no usen más esa corrupción como un atajo para evadir, tener empleados en negro y sacar la guita del país hacia algún paraíso fiscal.

Háganse cargo de su fastidio con la democracia, y no suspiren más en público por la aparición de algún líder republicano de modales escandinavos, cuando en lo íntimo todavía lamentan que Videla esté preso, y sus camaradas de armas no sean un actor político protagónico.

Háganse cargo de su verdadero modo de pensar, no se disfracen como furiosos comentaristas anónimos en los diarios, mientras se pasean por reuniones sociales y programas de televisión como atildados demócratas preocupados por la transparencia y el futuro de las instituciones.

Háganse cargo, por una vez en su vida, de lo que son, de lo que piensan, de lo que hacen, de lo que votan, de lo que dicen y de lo que otros dicen y hacen en su nombre.

Háganse cargo de todo eso y no se pongan más en el papel de víctimas, de simples ciudadanos preocupados por la inseguridad, de personas sensibles con la pobreza o de almas bellas despojadas de todo afán de acumular bienes materiales y acongojadas por la falta de libertad de expresión.

Háganse cargo de que, en realidad, les importan un carajo la democracia, la república, la libertad de expresión, las instituciones, la voluntad popular, la pobreza, el clima de crispación y que se yo cuantas forradas más que repiten todo el tiempo.

Háganse cargo de llamar a las cosas por su nombre, y de que cada vez que digan “alguien” están diciendo los milicos, las embajadas, la patria financiera o los grupos económicos, y cuando dicen “algo” están diciendo reprimir, meter bala, golpear, tumbar al gobierno.

Por sobre todas las cosas, háganse cargo de no tomarnos más por pelotudos.

Lluvias, sequías, negocios y medios...

Que el cambio climático nos está afectando a todos, no es una novedad. Pero deberíamos tomar conciencia y ser cuidadosos al hablar de las situaciones vividas y sufridas en las distintas regiones del país. Las cifras, a las que son tan adeptos los noticieros, son gente. Gente que está sufriendo un fenómeno ocasionado por todos nosotros. Por la falta de previsión, de cuidado, de conciencia, de ecología. Gente, como vos, como yo. Gente que tiene los mismos derechos. Sí, los mismos. La Argentina somos todos los argentinos.
Van fragmentos de una nota:

La inundación, Holanda y Dios
Por Mempo Giardinelli
Desde Resistencia


Una amiga me manda un mail, fraternalmente preocupada: “...los noticieros a veces exageran, pero quiero saber si estás en Resistencia, si están bien, si los complicaron las lluvias”.
Siento una rabia profunda que se sobreimprime a la ternura que me produce la carta de mi amiga. Respondo:
“Los noticieros porteños siempre exageran, sobre todo si –como ahora– se trata de hacer antikirchnerismo barato. Son capaces de cualquier cosa, sólo les falta decir que Cristina tiene la culpa de la lluvia. Por eso en casa practicamos la sana terapia de no mirar más la tele. Todo mejora si uno acaba con TN, América, el 9, el 11, el 13 y demás. La vida readquiere sentido. De veras.
“En cuanto a nosotros, estamos bien. Con agua alrededor y percances varios, obvio, pero bien. Los que están realmente jodidos son los miles de desdichados que dependen de los punteros K, los punteros radicales, los piqueteros de izquierda y de derecha, los del PO y los de Castells, los PRO y los que le creen a la Legrand y a Tinelli, a Duhalde y De Narváez, a los ‘grandes diarios’, a Susana y al rabino Bergman y etc, etc. Esos ya no tienen remedio, pobres. Aunque no todos tengan agua alrededor, están hundidos hasta el cuello.”
Dudo si envío mi respuesta o no. Consulto en Internet: las perspectivas son horribles. El Weather Report gringo, experimentado y confiable, anuncia tormentas y lluvias diarias hasta el 2 de diciembre, por lo menos. Caramba. Mientras tanto el agua avanza y estamos rodeados. La ciudad ya está por debajo del Paraná: somos el centro de una palangana atravesada por el hermoso pero estropeado río Negro.
(...)
Lo cierto es que después de varios meses de una sequía atroz ahora hay agua de sobra. Estaba cantado, todos sabíamos que esto iba a suceder. Incluso ya sabemos que el año que viene habrá otra sequía y luego otra inundación, y así. Y todos rogando que las defensas de la ciudad aguanten.
(...)

Pero mejor me callo, porque además de miedo siento bronca y vértigo. Esto último porque en el Gran Resistencia, como se dice ahora, somos más de 300 mil personas. Imagine el lector.
Y en cuanto a la bronca, cómo no nos va a dar rabia escuchar y ver a tanto imbécil de la tele porteña exagerando descaradamente. Porque para el golpismo destituyente –o como se llame a los que niegan que son golpistas, pero lo son– todo suma. “Cuanto peor, mejor”, es su pensamiento canalla. Y sus empleados frente a las cámaras son capaces de decir cualquier cosa.
Los chaqueños nos unimos en el aguante y la solidaridad que aparece en cada inundación es conmovedora. El agua aquí duele tanto como la sequía. Por eso fastidian tanto la desinformación y la mentira interesada. Porque los medios porteños no dicen una palabra de la tala de bosques, de la desertificación de medio país para beneficio exclusivo de macroemprendimientos agropecuarios que se llaman a sí mismos “el campo”, y que son –ésos sí– los grandes culpables de esta alternancia atroz de sequías e inundaciones.
Hago Send, nomás, y me quedo pensando que esto no es Holanda ni está probado –como dicen– que Dios es argentino.
El cielo está preñado de nubes y en cualquier momento vuelve a llover.

martes, 24 de noviembre de 2009

Fascistas!

Otro personaje premonitorio fue George Orwell. El gran escritor, conocido por la masa toda por ser el "creador" de El Gran Hermano -aclaremos, por favor, que escribió una obra infernal (en todo sentido) llamada 1984 y que de allí se tomó el nombre para aquellos detestables programas televisivos de perverso divertimiento- nos dejó también otras brillantes reflexiones. Como la siguiente:

¡Fascistas!
Por George Orwell


De todas las preguntas sin respuesta de nuestro tiempo, tal vez la más importante sea ésta: “¿Qué es el fascismo?”.
Una de las organizaciones de estudios sociales que hay en los Estados Unidos recientemente formuló esta pregunta a cien personas distintas, y encontró respuestas que iban desde “democracia en estado puro” a “lo diabólico en estado puro”. En Inglaterra, si se pide a una persona corriente, con capacidad de pensar, que defina el fascismo, por lo común responde señalando a los regímenes alemán e italiano. Y ésta es una respuesta insatisfactoria, porque incluso los principales Estados fascistas difieren entre sí en gran medida, tanto por estructura como por ideología.
Por ejemplo, no es fácil que Alemania y Japón encajen en un mismo marco, y es aún más difícil en el caso de algunos de los pequeños Estados que se pueden definir como fascistas. Suele darse por sentado, en efecto, que el fascismo es inherentemente belicoso, que prospera en un ambiente de histeria bélica, que sólo puede resolver sus problemas económicos mediante preparativos de guerra o mediante conquistas en el extranjero. Pero éste no es el caso, claramente, ni de Portugal ni de las diversas dictaduras sudamericanas. Asimismo, se supone que el antisemitismo es uno de los rasgos distintivos del fascismo, pero algunos movimientos fascistas no son antisemitas. Algunas polémicas eruditas, cuyo eco se escucha en las revistas norteamericanas desde hace muchísimos años, no han servido para precisar si el fascismo es o no una forma de capitalismo. Sin embargo, cuando aplicamos el término “fascismo” a Alemania, a Japón, a la Italia de Mussolini, sabemos, a grandes rasgos, a qué nos referimos. Es en la política interior donde la palabra ha perdido el último vestigio de significado que pudiera tener. Si se examina la prensa, se descubre que no hay, prácticamente, ningún conjunto de ciudadanos –ningún partido político, desde luego, y tampoco ninguna organización, de la clase que sea– que no haya sido denunciado por fascista a lo largo de los últimos diez años.
Aquí no me refiero al uso verbal del término “fascista”. Me refiero tan sólo a lo que he visto publicado. He visto las palabras “de simpatías fascistas”, o “de tendencia fascista”, o “fascista” a las claras, aplicadas con toda seriedad a los siguientes grupos:

Conservadores: todos los conservadores están sujetos a la acusación de ser subjetivamente profascistas. El gobierno británico en India y en las colonias se tiene por algo idéntico al nazismo. Las organizaciones de lo que cabría llamar tipo patriótico o tradicional se tildan de criptofascistas o de “mentalidad fascistoide”. Ejemplos de ello: los Boy Scouts, la Policía Metropolitana, el MI5, la Legión Británica. Frase clave: “Los colegios privados son caldo de cultivo del fascismo”.
Socialistas: los defensores del capitalismo a la antigua usanza defienden que el socialismo y el fascismo son una y la misma cosa. Algunos periodistas católicos sostienen que los socialistas han sido los principales colaboracionistas en los países ocupados por los nazis. La misma acusación se vierte, desde otro ángulo, por parte del Partido Comunista, en especial, durante sus fases ultraizquierdistas. Entre 1930 y 1935, el Daily Worker habitualmente se refería al Partido Laborista llamándolo Fascistas Laboristas. De ello se hacen eco otros extremistas de izquierda, como los anarquistas. Algunos nacionalistas indios consideran que los sindicatos británicos son organizaciones fascistas.
Comunistas: una escuela de pensamiento considerable se niega a reconocer que haya ninguna diferencia entre los regímenes nazi y soviético, y sostiene que todos los fascistas y todos los comunistas apuntan aproximadamente a lo mismo, y que incluso son, en cierta medida, las mismas personas. En el Times (antes de la guerra), más de un cabecilla se ha referido a la URSS como “país fascista”. Asimismo, desde otro ángulo también se hacen eco de esto los anarquistas y los trotskistas.
Trotskistas: los comunistas achacan a los trotskistas, esto es, a la propia organización de Trotsky, el ser un grupo de criptofascistas pagados por los nazis. Es algo que la izquierda, casi en bloque, creyó a pie juntillas durante el período del Frente Popular. En sus fases ultraderechistas, los comunistas tienden a aplicar esa misma acusación a todas las facciones que se hallen a la izquierda de ellos mismos.
Católicos: fuera de sus propias filas, a la Iglesia Católica se la tiene universalmente por organización protofascista, tanto objetiva como subjetivamente.
Antibelicistas: los pacifistas y otros grupos contrarios a la guerra son a menudo acusados de ponerle al Eje las cosas mucho más fáciles, e, incluso, se les adjudican sentimientos profascistas.
Partidarios de la guerra: los que se resisten a la guerra suelen fundamentar sus alegatos en que las aspiraciones del imperialismo británico son aun peores que las del nazismo, y tienden a tachar de “fascista” a todo el que sueñe con una victoria militar. Además, toda la izquierda tiende a equiparar militarismo con fascismo. Los soldados de a pie con cierta conciencia política casi siempre se refieren a sus superiores tachándolos de “fascistoides” o “fascistas por naturaleza”. Las academias, los escupitajos, el betún, el saludo a los oficiales son conductas consideradas propensas al fascismo. Antes de la guerra, sumarse a los territoriales era tenido como muestra de tendencias fascistas. El reclutamiento obligatorio y el ejército profesional son denunciados como fenómenos parafascistas.
Nacionalistas: el nacionalismo se considera de manera universal como algo inherentemente fascista, aunque esto sólo se aplica a movimientos nacionales que el orador desapruebe. El nacionalismo árabe, polaco, finlandés; el Partido del Congreso de la India, la Liga Musulmana, el sionismo y el IRA han sido descritos como movimientos fascistas, aunque no siempre por parte de ellos mismos.

Tal como se emplea, bien se ve que la palabra “fascismo” carece casi por completo de significado. En la conversación, claro está, se emplea con mayores desatinos que en letra impresa. La he oído aplicada a los agricultores, a los tenderos, al Crédito Social, al castigo físico, a la caza del zorro, a los toros, al Comité de 1922, al Comité de 1941, a Kipling, a Gandhi, a Chiang Kai-chek, a la homosexualidad, a los programas radiofónicos de Priestley, a los albergues de juventud, a la astrología, a las mujeres, a los perros y no sé a cuántas cosas más.
En todo este lío considerable subyace una suerte de significado oculto. Para empezar, está bien claro que hay diferencias grandes, algunas muy fáciles de señalar, aunque no tanto de explicar, entre los regímenes llamados fascistas y los democráticos. En segundo lugar, si “fascista” significa “en sintonía con Hitler”, algunas de las acusaciones que he enumerado antes tienen, naturalmente, mucha más justificación que otras. En tercer lugar, incluso aquellos que emplean como arma arrojadiza la palabra “fascista” sin ningún reparo, le dan un cierto sentido emocional. Al decir “fascismo” se refieren, grosso modo, a algo cruel, carente de escrúpulos, arrogante, oscurantista, antiliberal y contrario a la clase obrera.
Pero es que el fascismo también es un sistema político y económico. Así las cosas, ¿cómo es que no disponemos de una definición clara y ampliamente aceptada? Por desgracia, no la tendremos, o al menos, no de momento. Aclarar el porqué sería demasiado largo; esencialmente, se debe a que es imposible definir el fascismo satisfactoriamente sin reconocer cosas que ni los propios fascistas, ni los conservadores, ni los socialistas de ninguna adscripción están dispuestos a reconocer. Todo lo que se puede hacer es emplear la palabra con una cierta circunspección y no, como se suele hacer, rebajarla a nivel del insulto o de la palabra malsonante.


Fue publicada en 1944. Ahora se entiende lo de "premonitorio"? Más de 60 años después, muchos todavían utilizan la palabra muy livianamente...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Concierto de pelotudos

Andy Warhol dijo, premonitoriamente, que en el futuro todos tendrían sus quince minutos de fama. Muchos han obtenido ese beneficio (?) por más tiempo, haciendo un negocio no de su talento -del cual carecen- sino de su vida y de la vida de los otros -deplorable-.
Van dos posturas similares acerca del poder del que muchos de esos "famosos" hacen uso y, sobre todo, abuso:

Alejandro Dolina
“No solamente es la farándula la que está preocupadísima por el tema de la inseguridad, sino también la sociedad toda a partir del gran despliegue que los medios hacen de ese problema, que es ciertamente un problema, pero que existe también en otras sociedades sin que se produzca un fenómeno con el énfasis con el que se está produciendo en la Argentina. La farándula se hace eco de esa circunstancia, que a mí me parece que le pone una especie de glamour, les pone cierta gracia y hasta cierta simpatía a algunos pensamientos que habitualmente no son simpáticos, glamorosos ni graciosos. En la Argentina yo tengo la sensación de que la derecha se ha adueñado del sentido común. Pensamientos que hasta no hace mucho eran vergonzantes se explican ahora públicamente incluso con orgullo. Y cuando figuras muy conocidas adhieren a esos pensamientos y le ponen su cara famosa y hacen su testimonial, entonces las muchedumbres se entusiasman. Ese pensamiento tiene otro aval. Los medios saludan las opiniones de la derecha, las auspician, las festejan, y ahora la farándula las firma con su prestigio. Yo no considero que esté mal que un artista se pronuncie individualmente. Y desde luego puede tener opiniones de derecha. No debe combatirse eso. Cómo vamos a prohibirle a Susana Giménez que diga lo que piensa”
“Yo diría que, simplificando mucho, podría leerse así: el neoliberalismo desea un Estado ausente, desea que el Estado no intervenga en su prosperidad. Que no venga a recortarla, por ejemplo, con impuestos. Ahí desean que los mercados actúen y que eso provoque naturalmente la riqueza de unos y la pobreza de otros. Pero claro, cuando se produce la riqueza de uno y la pobreza de otros van quedando –y así ha ocurrido históricamente en la Argentina– fuera del mercado de consumo muchísimas personas que pierden su trabajo, que se ven acorralados en unas formas de vida cada vez más marginales, más miserables. Parte de esa gente reacciona. ¿De qué manera? Tiene empleos irregulares, cartonean, protestan, hacen piquetes, y llegado el caso delinquen, porque ha sido eliminada del mercado de consumo y de producción y algo tienen que hacer. Ahora bien, cuando se produce este fenómeno, cuando esas masas irrumpen de distintas formas, siempre de maneras desagradables naturalmente para los buenos burgueses que han prosperado, estas personas que antes eran partidarias del laissez faire, laissez passer, que querían que el Estado se mantuviera ajeno, entonces exigen que ese Estado intervenga. Ya no es para regular qué se planta y dónde, sino para reprimir. Y entonces aparece el tema de la inseguridad. Y aparece el sentido común: a las personas que tratan de apoderarse de lo que es nuestro entonces hay que castigarlas, que encarcelarlas, y llegado el caso, matarlas. Esa es a grandes rasgos la ideología que impera. En algunas personas ciertos sucesos les producen unas reacciones emocionales que fácilmente las precipitan en este pensamiento. Ahora bien, generalmente la gente de la farándula pertenece a los que están en peligro de que los roben y por ahí sus beneficios sean reducidos, etcétera. Naturalmente producen una reacción de clase, una reacción de la clase dominante que se ve amenazada por algunos emergentes que son resultado de gravísimos problemas sociales que este país tiene. Quiere decir que sí, son representantes de una clase dominante, y sí, configuran claros panoramas del pensamiento de derecha. Por más que este pensamiento esté adornado de florilogios republicanos como la libertad, derecho a transitar libremente, a comprar y a vender, a comerciar y a tener una propiedad privada que es inviolable. Y cuando ese pensamiento se tiñe de intolerancia, tenemos derecho a nombrarlo como fascismo. Una de las características principales del fascismo es que las culpas no provienen de acciones de las personas sino de pertenencias a los grupos. Uno es culpable no por haber hecho algo, sino por pertenecer a un grupo que ya a priori es considerado culpable de todos los males. Todo esto debe preocuparnos porque genera en la sociedad argentina una pulsión de violencia, un ansia desmedida de castigo. Yo creo que es preferible la admisión de un cierto grado de intensidad del delito a la creación de un cuerpo de represión tal que para impedir ese grado de delitos se convierta en una tiranía insoportable para todos nosotros”.

Diego Capusotto
"Son un concierto de pelotudos que no saben lo que dicen pero lo dicen y le hacen el juego a la derecha, al gorilaje y a todos los que quieren tener un poquito de poder (...) son los voceros de una estrategia política mucho más tremenda de lo que vemos (...) llegan a mucha gente y no saben ni siquiera lo que dicen".
"Los famosos son como Micky Vainilla, y no es más que el inconsciente de parte de una sociedad que nunca se acuerda de los muertos; de lo único que se acuerda es de blanquearse, en todo sentido de la palabra". "Son funcionales a eso que todavía existe y que generó todo lo que estamos viviendo ahora: famosos que hablan sin saber y que provocan aún más la ira en la gente, que no tienen opinión propia, que son pensados por los medios".