lunes, 22 de agosto de 2011

Un par de razones más, además de la ya clásica "desastre de la oposición"

¡Es el arte de la gestión, estúpido!


¿Por qué se ganó tan contundentemente? Aunque los opositores quieran enredar los argumentos fue clara la explicación de la señora Presidenta: “Es el triunfo de la gestión”. Y estoy totalmente de acuerdo. También lo está el sacerdote cordobés Guillermo Mariani cuyo listado de “logros alcanzados durante los ocho años de gestión kirchnerista” circula por internet. Son más de 100, seleccionaremos sólo algunos.
Recuperación del debate político.
Convocatoria a la militancia activa de los jóvenes.
Cancelación deuda con el FMI.
Contracumbre Alca (Mar del Plata, 2005).
Conducción de la Unasur.
Firma del código aduanero del Mercosur.
Presidencia del foro mundial G-77 más China. Argentina fue elegida por votación unánime.
Política estatal activa en relación con los DD.HH.
Depuración de la Corte Suprema automática y designación de una Corte Suprema de Justicia digna.
Ley de Matrimonio Igualitario.
Ley que penaliza la Trata de Personas.
No represión de la demanda social
Creación de los canales: Encuentro, Paka Paka, e Incaa TV.
6% del PBI para Educación.
Programa Conectar Igualdad: Distribución de 3.400.000 netbooks para estudiantes secundarios.
Creación de 1048 escuelas.
Desocupación: en 2003: 24,7%. En 2010: 7,4%.
Renegociación de la Deuda Externa, con quita del 70%.
Crecimiento económico sostenido (entre 8% y 10% anual).
Superávit fiscal.
Ley de suspensión de ejecuciones hipotecarias para viviendas únicas.
Eliminación de las Afjp.
Jubilación de Amas de Casa.
2.300.000 nuevos jubilados que tenían aportes parciales, hoy cobran la jubilación mientras cancelan su deuda previsional.
Asignación Universal por Hijo.
Plan federal de viviendas. Se entregaron 37.000 viviendas nuevas y se mejoraron más de 22.000. Se están construyendo más de 110.000 viviendas nuevas y unas 40.000 mejoras en marcha. Soluciones Habitacionales terminadas 565.903.
Creación del Ministerio de Seguridad y designación de Nilda Garré al frente del mismo.
Programa Remediar: entrega de medicamentos gratuitos a 15 millones de personas.
Plan Nacer: cobertura médica gratuita a embarazadas y niños de hasta 6 años.
Programa Raíces: Repatriación de 800 científicos (a los que Cavallo había mandado a lavar los platos).
Energía eólica. Construcción del Parque Eólico Ingentis, Prov. de Chubut.
Plan estratégico del sector nuclear. Comprende las aplicaciones de la tecnología nuclear a la salud pública y a la industria, entre otros usos.

sábado, 20 de agosto de 2011

"Deberían...", "Tienen que...", "Hay que..."

Últimamente, si uno afina un poco el oído, comienza a escuchar que estas tres frasesitas son cada vez más recurrentes en una parte de la población. Son las típicas frasesitas a la Poncio Pilatos, buena lavada de manos mediante, que tiran el bardo al otro en lugar de hacerse cargo de lo que le corresponde. Si uno se atreve a indagar al menos por qué ese individuo no intenta/se propone hacer algo más por la otra parte de la población en peores condiciones, responden, cacheteandole a uno la cara con bar-bar-barbaridades, que no es "su" responsabilidad, que para eso "elige" representantes, que es el "trabajo" de los políticos. Y si bien no se encuentra del todo errado, si uno lo analiza con ojos glaciales, se da cuenta de que...la humanidad está para atrás. Que hemos llegado a un nivel de individualismo supino, aberrante, inefable. El egoísmo, creo, es parte de nuestra naturaleza, como primates que fuimos, pero gracias a nuestra capacidad de pensar podríamos superarlo, podríamos elevarnos. A qué viene todo esto? A que, PASO mediante, escuché y leí una cantidad de bar-bar-barbaridades notables. Y que sentí mucha lástima por unos individuos que no podían hacer más que mirarse el ombligo, que despreciar al pobre, y si mal no recuerdo "lacra" fue la palabra que usó. Tristísimo.

martes, 16 de agosto de 2011

Yo hago ravioles, ella hace ravioles...qué país!



 Con tus ustedes, un aporte de Marula, espero que lo disfruten!

Hoy, como todos imaginarán, hablaremos de las PASO.
La verdad, he pasado las horas que mediaron entre el domingo por la noche y esta mañana intentando dar con una definición ajustada sobre lo que dejaron los comicios celebrados el último domingo.
Y luego de un análisis pormenorizado de los resultados, creo que puede hablarse con toda justicia y sin temor a equivocarse de goleada, knock out, jaque mate, afeitada en seco, baile, milonga, bailongo, candombe, sandunga, conga, salsa, pesto, tuco, peludo, murra, tunda, zunda. Cualquiera de estas opciones, tomadas de la estadística o del deporte, que para el caso son más o menos lo mismo,  darán al oyente una perspectiva adecuada de los resultados del domingo.
Ahora sí, con el deber cumplido, sólo me resta decir a aquella porción de la audiencia que forma parte del poco más del 50% del electorado que optó por la fórmula oficialista, que el festejo es lícito, claro, pero hay que recordar que por los puntos se juega en octubre. Y todos sabemos que en Argentina siempre existe la posibilidad, aunque remota, de que aparezca un mejor imitador de Claudio María Dominguez, y te gane una elección.
A aquellos que forman parte del poco menos del 50% de votantes que se inclinó por otros candidatos, deberán saber que se encuentran ya habilitadas las líneas telefónicas y foros de internet de todos los grandes medios de comunicación de la patria, para dar rienda suelta a la indignación, al tiempo que se calcula el oprobio, la agresión al erario público que supone la compra de semejante carrada de votos. Sin embargo, este segundo grupo no es del todo homogéneo y conviene dirigirse a sus individuos considerando ciertos matices:
1- Si usted votó a la entente Alfonsín-González Fraga, felicítese de haber optado por el movimiento de acción vecinal con mayor inserción nacional. En efecto, ninguna otra fuerza de alcance municipal ha logrado cosechar tantos votos en la historia de la nación. Si aún así no se convence, fíjese en la performance del candidato Pastore, del Mov. de Acción Vecinal, y se le dibujará una sonrisa en el rostro.
2- Si optó por Duhalde, congratúlese de haber elegido, tal como quedó demostrado en su discurso del domingo por la noche, a un verdadero demócrata y defensor de los símbolos patrios, en pie de guerra contra el extremismo marxista que ha izado el sucio trapo rojo allí donde debe flamear el glorioso pabellón nacional. Sepa Ud que ha dado un voto de confianza a un verdadero guardián del himno, la escarapela y el capital especulativo internacional, que tan patrióticamente se ha enriquecido en nuestras tierras.
3- Si en cambio Ud eligió la boleta de Hermes Binner, le sugiero memorizar la columna de Beatriz Sarlo en la edición del último viernes del diario La Nación y rezarla cada noche como cualquier bautizado. Usted debe sentirse orgulloso de haber apoyado a la única fuerza opositora sin techo electoral, pero deberá comprender que alcanzar esas cumbres impone esfuerzos prolongados. La militancia y la dirigencia socialista lo saben mejor que nadie, el votante eventual, por definición, lo ignora.
4- Si lo sedujo la propuesta de la autoridad máxima del estado libre asociado de San Luis, lo felicito yo. Cuando arrecian nuevamente las voces que buscan reeditar el viejo programa sarmientino de implantación de modelos civilizatorios foráneos, es promisorio que el votante elija uno bien cercano. Siga intentándolo, el clan R Saá parece ser inextinguible.
5- Si capturó la boleta de Elisa Carrió, sienta la satisfacción del deber cumplido. Usted no solo votó limpio, sino que en la proporción justa para purificar al sistema. Es por todos sabido que tres gotas de lavandina sobran para potabilizar todo un litro de agua inmunda.
6- Si se decidió por propiciar el milagro del FIT, mejor conocido como paleoizquierda extraparlamentaria, festeje con algarabía esta verdadera hazaña prerrevolucionaria. Su fuerza experimentó un incremento de cien mil votos, respecto de los obtenidos por los cuatro partidos de izquierda que compitieron en las presidenciales de 2007, sumados. Quedará para adelante reflexionar cuánto aportó a este crecimiento el capitalismo porcino en su faz mediático-mercenaria y alienante, que por influjo legal tuvo que repetir periódicamente el mensaje de todos los candidatos, en todos los medios, a toda hora, hasta el tedio. Seguramente un beneficio accidental de una ley electoral diseñada para reproducir la lógica de explotación capitalista, como casi todo lo que existe.
7- Al votante de Proyecto Sur no me dirijo, porque la probabilidad estadística de que alguno esté escuchando es, revisado el escrutinio local, nula.              

sábado, 13 de agosto de 2011

Perón, la revolución

Sábado a la tarde, "Perón, la revolución" en el canal Incaa TV. Van unas reflexiones peronísticas, que, sin dejar de ser graciosas, son, sobre todo, muy verdaderas...

"Las tres mentiras más grandes las dicen los curas, las mujeres y la estadística".
"Ustedes tienen el apetito, nosotros tenemos la carne, vamos a ver quién aguanta más..."
"El estómago y el bolsillo son las dos vísceras más sensibles del hombre"

Mañana, días de elecciones primarias...esperemos que después nos juntemos en la plaza a festejar!







miércoles, 3 de agosto de 2011

Adjetivos calificadores de quien los enuncia...

El censor de Clemente da clases de política


Nunca deja de sorprender que los mismos medios hegemónicos que auguran la declinación definitiva del ciclo kirchnerista, se ocupen y se preocupen tanto en presentar a Cristina Kirchner y a los seguidores de su modelo como una especie de secta lunática perdida entre las brumas de la irrealidad. A esta altura, tanta saña editorial se parece más a una confesión de impotencia que a ninguna otra cosa:
Ni 100 tapas negativas, ni 300 editoriales filosos, ni 500 zócalos belicosos en TN pudieron sacar del campo de juego a una mujer, para más datos, viuda reciente. Pero sus editorialistas insisten obsesivamente como si se les acabara el tiempo para arrojarla a la banquina de la historia, en la medida de lo posible humillada, antes de que la justicia ponga en su lugar a sus accionistas. Siempre es conveniente recordar –porque en la cadena nacional anti-K el tema es censurado de un modo casi infantil– que Héctor Magnetto, el CEO de Clarín; y Bartolomé Mitre, uno de los dueños de La Nación, enfrentan una causa judicial por delitos de lesa humanidad cometidos en el despojo accionario de Papel Prensa a la familia Graiver, en complicidad con Videla y Martínez de Hoz, durante la dictadura militar. El expediente ya tiene 70 cuerpos, cuando hace un año tenía apenas 100 fojas, y la pena para ese delito es la cárcel. Clarín y La Nación son parte: no están obligados a decir verdad en el proceso. Pero, a su vez, le dicen a la sociedad que son diarios: están obligados a publicarla. Esa bipolaridad, quizá, explique su grado de histeria y manipulación. Magnetto está más desesperado en derrotar al kirchnerismo que el propio Mauricio Macri, que se bajó de la presidencial. Él tiene tiempo, claro. Magnetto, casi nada: octubre llega muy pronto. No es la desinversión que propone la Ley de Medios, solamente, lo que le genera dolores de cabeza al Rupert Murdoch argentino: es el resultado de la investigación judicial en curso por Papel Prensa lo que le arde en la sangre.
¿La operación contra el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Raúl Zaffaroni, de impecable trayectoria académica y judicial, envuelto de manera tonta en un escándalo donde ni siquiera hay delito, será un aviso de Magnetto y sus socios a toda la corporación judicial por si esta se atreve a avanzar sobre sus bienes y libertades? Da que pensar. Hasta ahora, Clarín atacó e hirió con todo tipo de operaciones a aquellos que representan valores vinculados al capital simbólico del proceso de reconstrucción iniciado en la Argentina en 2001, que curiosamente fue inaugurado por una pesificación benevolente de sus deudas en dólares y una ley de protección de Bienes Culturales, también llamada “Ley Clarín”, que impidió que sus acciones mayoritarias quedaran en manos de grupos extranjeros. Rodaron en esta verdadera campaña de demolición Hugo Moyano (que resistió el neoliberalismo, aunque a muchos no les guste admitirlo), los pañuelos de Madres y Abuelas (que pelearon contra la impunidad de todos estos años) y la prensa contrahegemónica (la que no se arrodilla ante el monopolio) que expresa, por ejemplo, Víctor Hugo Morales. Ahora le tocó el turno a Zaffaroni, el juez que llegó a la Corte más independiente de la historia nacional, orgullo de todos los argentinos, los kirchneristas y los que no lo son, ni quieren serlo. ¿Qué país nos quiere dejar Magnetto con tal de salvarse? Fácil, uno donde no se pueda creer en nada, donde no haya trayectorias, ni personajes relevantes, ni siquiera símbolos sagrados. Una gran ciénaga donde, en el mismo lodo y todos manoseados, da lo mismo el que trabaja, que el que afana, que el que mata o está fuera de la ley. Se sabe, allí, en la jungla donde vale todo, los poderosos son los que ganan siempre.
Como paradoja de este tiempo tan convulsionado, el periodista que fue censor de la tira Clemente, la maravillosa creación de Caloi que publica Clarín, arremete desde el púlpito de la tribuna de doctrina mitrista, léase La Nación, para decidir quiénes son los buenos y los malos de toda esta película. En dos entrevistas imperdibles, una en el Canal Encuentro, con el escritor Juan Sasturain; y otra en la TV Pública, a cargo del historiador Felipe Pigna, Carlos Loiseau (tal el nombre real de Caloi) reveló que durante la dictadura Joaquín Morales Solá era el encargado de decidir qué tira de Clemente se publicaba en el diario de Ernestina de Noble y Magnetto y cuál no, qué temas podían abordarse y cuáles evitarse, si quería conservar el trabajo y, quizá, la vida misma. En resumidas cuentas, Caloi puso a Morales Solá donde la historia, finalmente, lo va a recordar, mal que le pese: el del censor durante la trágica noche del terrorismo de Estado. Mientras a la gente se la arrojaba desde los aviones, Morales Solá se ocupaba de que el personaje sin manos, mezcla de aceituna y vaya a saber qué cosa, no dijera nada inconveniente para sus patrones.
Hoy ocupa un lugar parecido, con formas más sutiles, disimuladas en el prestigio cuestionado de las editoriales de La Nación. Ya no es Clemente el personaje que lo desvela: ahora es Cristina Kirchner, la viuda, su luto y todo lo que podría pasarle a sus patrones, los mismos de ayer, si esa mujer es reelecta en octubre por el voto popular.
En su columna de ayer, página 15 del diario de Mitre y Fernán Saguier, Morales Solá habla de la “congoja pública” de la presidenta y sugiere que es, casi, una pose: “Contrasta con la decisión, íntima y tenaz, de cambiar profundamente la política y los hombres que encarnaron al kirchnerismo en vida de su esposo.” ¿Sugiere, acaso, el censor de Clemente que Cristina Kirchner ajusta cuentas con su extinto marido, aprovechando que yace para la eternidad en una tumba gélida de la patagonia? ¿Tan mala es esa mujer?
Vale acotar que Morales Solá no usa su espacio para criticar a la familia Blaquier y a los jueces que le responden porque la insólita concentración de tierras del emporio en Jujuy produjo reclamos sociales y represión policial con un saldo de cuatro muertos, sino para horadar la figura de un gobierno nacional que, precisamente, hizo de la no represión de la protesta social una bandera. Nada de eso, qué tanto.
Si se continúa leyendo su prosa violenta, a la que debe creer sin dudas partera de la historia, Morales Solá somete a Cristina Kirchner al acoso gramático de diferentes adjetivos, casi todos de mal gusto, débilmente empolvados de giros lingüísticos de un narrador que extravió el rumbo: Cristina sería, según él, “confusa”, “abrasiva”, “turbulenta”, “superficial”, “enclaustrada”, “fanática”, “berrinchosa”, “implacable”, “imparable”, “sorda”, “terca”, “casi ciega”, “brutal” y así siguen sus definiciones más o menos gentiles. El texto, sin embargo, más allá de las calificaciones, tiene como objeto último plantear una “nueva tesis”, que en realidad huele a viejo: Cristina no sería peronista, nunca le sentó bien “ni su liturgia ni sus apariencias”, concluye Morales Solá. Cristina es “cristinista”, descubre, entre pretenciosamente sagaz y horrorizado, a la vez. En síntesis, el censor de Clemente, nada menos, la echa de la Plaza del peronismo porque encarna “una estética precisa y un discurso improbable”. De acá a un próximo editorial reivindicando el peronismo “no camporista” de Eduardo Duhalde y Luis Barrionuevo, sólo faltan un par de ediciones más y bastantes adjetivos negativos menos, por supuesto. Morales Solá es, sencillamente, obvio. 
En los Estados Unidos profundo, hay personas que creen que Barack Obama es un agente del terrorismo islámico infiltrado en la Casa Blanca, cuando no un extraterrestre que aterrizó en Washington para llevarse todas sus riquezas. No es un chiste: esto ocurre. En general, se trata de fanáticos con muy bajo nivel de instrucción, que visten de fajina, recelan hasta del híper-conservador Tea Party y viven sugestionados por los programas basura de la cadena FOX. La cabeza de toda esa gente es el distrito electoral donde Rupert Murdoch es “el puntero” o capanga.
Los argentinos estamos a tiempo de no ceder a la “relatomanía” de los Magnetto y sus columnistas, que lo único que quieren es retener sus privilegios, arrojando dudas y sospechas sobre todo lo que los amenaza, democráticamente hablando. Porque hay que decirlo: sólo en un país donde las cosas funcionan directamente al revés de lo que deberían, el censor de una tira cómica en la etapa más sangrienta del país puede, desde su púlpito avinagrado, marcarle el rumbo a los actores políticos, económicos y sociales de una Argentina que quiere ser distinta.
Distinta y mejor.  <

jueves, 21 de julio de 2011

Militar la vida

Militar por una Patria libre, justa y soberana

Ser leal es ser leal con esos valores de justicia social, independencia económica y soberanía política que, al fin y al cabo, son los únicos que pueden darle a nuestro pueblo un futuro promisorio.

Eduardo Bustos Villar (#)
Existe una relación entre lealtad, militancia y gestión que en ocasiones es tergiversada por razones de conveniencia política, pero que debemos explorar para comprender cuál es su verdadero alcance, tal como la vemos aquellos que pregonamos la justicia social como horizonte de vida. Al respecto, el General Perón nos dejó una famosa consigna que se ha repetido hasta el hartazgo, pero que muy pocas veces es comprendida cabalmente. Él decía que la lealtad debía ser “primero con la patria, después con el movimiento y finalmente con los hombres”. Esta frase contiene en su simpleza una compleja relación que en nuestros días cobra una importancia superlativa ya que está en la base de nuestro proyecto nacional. El militante, el dirigente, el funcionario, e incluso todo nuestro movimiento político, debe ser leal a la gran idea rectora de todo lo que hacemos diariamente: construir la Patria. Una patria más justa, igualitaria y que le brinde a todos los ciudadanos la posibilidad de vivir dignamente y ser más libres.
En este sentido, lealtad no es obediencia ciega y torpe a una persona o a un movimiento. Lealtad es sostener con el cuerpo un compromiso inquebrantable con una idea superior que debe guiarnos diariamente. Ser leal es ser leal con esos valores de justicia social, independencia económica y soberanía política que, al fin y al cabo, son los únicos que pueden darle a nuestro pueblo un futuro promisorio. De este modo, el movimiento, sus dirigentes y sus militantes deben ponerse constantemente en función de ese interés común si quieren ser parte de la construcción de este colectivo del que todos somos responsables. Para hacerlo, también deben ser leales entre sí, con el movimiento y con sus dirigentes. Porque, ¿qué sería de nuestro país si aquellos que supuestamente defienden estos valores colectivos se traicionan entre sí? Acabaríamos cayendo en esa incoherencia inaceptable que terminó por resquebrajar a nuestra patria durante la década de los noventa. Terminaríamos siendo víctimas del individualismo y el egoísmo que tanto hemos criticado y tanto nos ha malherido como pueblo. Lealtad es, en definitiva, un sinónimo de coherencia, como nos enseñó Néstor Kirchner cuando al asumir su mandato nos dijo que no iba a dejar sus “ideales en la puerta de la casa rosada”.
Este es exactamente el punto donde la lealtad se liga con la gestión. La lealtad irreductible es con nuestros ideales, y estos no deben quedar nunca rezagados al asumir la función pública, sino más bien, se deben profundizar durante la gestión. Esto es lo que hizo nuestra presidenta Cristina Fernández y es también lo que debemos hacer todos los que ocupamos un cargo en el gobierno, cualquiera sea la posición que nos toque. Debemos militar en la gestión para que nuestras ideas puedan transformar la realidad. Es por ello que militar, no tiene que ver con los partidos o las doctrinas. Militar no es solamente levantar una bandera o cantar una marcha. Y más que nada, militar nunca es un acto de conveniencia. Militar es un compromiso profundo con las necesidades de las personas, de nuestros compatriotas. Todos esos años de menosprecio de la actividad política no fueron sino el síntoma de una época en la cual las conveniencias individuales eran vistas como valores positivos. Un tiempo en el que quisieron hacernos creer que la militancia era algo espurio. Es justamente frente a esto que debemos recordar que la política no es otra cosa que la búsqueda del bien común. Y que cuando se señala con el dedo o se menosprecia la idea de la militancia, no se hace otra cosa que desmerecer a aquellos que pelean por los intereses colectivos, la solidaridad y el compromiso por los otros.
En nuestro caso, para los que trabajamos por la salud, militantes son el grupo de psicólogos y asistentes sociales que salen de sus cómodas oficinas en el Ministerio de Salud para asistir a los pobladores de Villa La Angostura que enfrentan una catástrofe natural. Militantes son los médicos que en lugar de meterse a trabajar solamente para una prepaga en algún sanatorio privado de la Ciudad de Buenos Aires, se suben a los camiones del Programa de Abordaje Sanitario Territorial y llevan salud a las poblaciones más postergadas del país. Militantes son los pediatras, los ginecólogos, los odontólogos, los técnicos ópticos, los laboratoristas y los operadores socio-sanitarios que recorren nuestro país para devolver un poco de dignidad a nuestros compatriotas. El fruto de esa lealtad, de esa militancia, es haber disminuido en un 27% la mortalidad infantil, del 16,5 por mil de 2003 a 12,1 en 2009; es haber incrementado la tasa de transplantes reales en un 95%; disminuido en un 40% la incidencia del VIH; es haber incorporado diez vacunas nuevas al calendario obligatorio de vacunación que ya cuenta con 16 en total; es que haya aumentado la esperanza de vida a los 75 años.
Eso es militancia para nosotros: militar la vida.

(#) Viceministro de Salud de la Nación.

domingo, 17 de julio de 2011

Carta abierta a Fito Páez

Carta abierta a Fito Páez
Norberto Galazzo (#)
 
Estimado Fito: Comprendo tu reacción, tu bronca, tu explosión en caliente, propia de un artista. Pero así como la comprendo, no la comparto. No me da ese asco ese 47 por ciento de votos macristas. Me da pena.
En todas las grandes ciudades de América Latina y de cualquier otro país dependiente, las minorías privilegiadas utilizan todo su poder para dominar a los sectores medios, para ponerlos de su lado, para infundirle falsedades. Arturo Jauretche lo llamaba la “colonización pedagógica”. Igual que a vos, le provocaba grandes broncas, pero distinguió entre los promotores de la mentira y los engañados. Quizás los primeros le dieron asco igual que a vos, los otros le daban pena y trataba de desazonzarlos.
El fenómeno es semejante en Buenos Aires, como en Lima o Guayaquil y otras grandes ciudades. Hay que disputar la influencia sobre los sectores medios y destruir los mitos con los que quieren dominarlos.
Desde los letreros de las calles y los nombres de los negocios (basta darse una vuelta por la avenida Santa Fe), desde los cartelitos de las plazas y las estatuas de los supuestos próceres, desde las grandes editoriales y los “libros de moda”, convertidos en best sellers por los comentarios pagos, desde la prédica liberal en Economía y la prédica mitrista en Historia, desde las geografías exóticas y los literatos que cultivan la evasión y lo fantástico, desde la TV farandulizada y superficial, con mesas redondas de bajísimo nivel político alentadas por los dueños del privilegio, desde gran parte de los periodistas vendidos al mejor postor, y académicos y catedráticos tramposos, todo ese mundo domina el cerebro de amplios sectores medios que se suponen cultos, se suponen radicalmente superiores a los “oscuramente pigmentados”, se suponen ejemplo de moral (aunque evaden impuestos, se roban ceniceros de los bares y toallas de los hoteles). Sobre ellos recae también la literatura que Franz Fannon llamaba de “los maestros desorientadores”.
Vos los conocés, los Marcos Aguinis, los Asís, los Kovaddloff, y las peroratas con latines de aquel viejo comando civil que se llama Mariano Grondona y tantos otros.
Pobre gente, Fito. Con todo eso que le tiran encima a la clase media, una buena parte de ella termina votando a Macri. Están presos de un engaño enorme: creen que Macri gestiona (cosa que hace mal o simplemente no hace) y que Macri no tiene ideología (la tiene y bien de derecha). Por otra parte, fue el responsable del contrabando de autos cuando dirigía empresas de su padre, además de las escuchas telefónicas, eliminación de becas y subsidios escolares, negociados con empresas constructoras (única explicación de las bicisendas), lo mismo que su molestia porque los hospitales de la ciudad atiendan a gente “morocha” del conurbano bonaerense.
Se trata además, de que cierta parte de la clase media vive su pequeña vida: asegurarse las vacaciones para el verano, lavar el auto los domingos con más ternura que la que le dedica a la esposa, han mejorado su nivel de vida con los Kirchner y no quieren olas, que nada cambie y creen que algo habrá hecho Macri para esa mejoría que tuvieron. No les importa que el hospital público no funcione, porque tienen medicina prepaga y han sido formados en el individualismo. No les importa que en el Borda se mueran de frío, porque tienen estufas de tiro balanceado, no les importa que en las escuelas públicas falten materiales, porque sus hijos van a escuelas privadas donde, como «el cliente siempre tiene razón», aprueban.
Además, creen en el dios Mercado -no obstante que el mercado libre del menemismo a muchos los dejó deteriorados o fundidos- pero no comprenden a los sindicalistas y les eriza la piel cuando lo ven a Moyano. Y bueno, son así, Fito. ¿Qué le vas a hacer? Lo que no justifica su asco sino en un momento de bronca.
En la vida es necesario a veces tener asco y tener odio también. Eso me lo enseñó el confesor de Eva Perón, el sacerdote Hernán Benítez. Me decía: «Mire m`hijo. Hay que odiar. Hay que odiar a todos los que frustraron el país, lo entregaron, provocaron miseria y represión. Yo, todas las mañanas, me doy un baño, me tomo una taza de café caliente y después me siento en mi sillón y odio»... Yo me asombraba y le decía: «Pero, Padre, usted es un cristiano...» Y él seguía: «Sí, odio, (no asco, Fito). Odio a la oligarquía (ya lo dijo también ese talento que es Leonardo Favio en una canción), odio a Bernardo Neustadt, odio al almirante Rojas...
«Sabe después qué bien me siento para el resto del día.» Así hablaba un cristiano de la Teología de la Liberación.
Por eso no hay que confundir al enemigo, Fito. Si hay que tener asco, tengámoslos a los responsables del aparato mediático y cultural, los que tergiversaron la Historia y la economía, los que robaron la capacidad de razonar a muchos compatriotas, no a estos.
A estos hay que convencerlos. Con la modestia que usaba Jauretche: Usted tiene que avivarse (vea 6,7,8, escuche a Víctor Hugo). Se lo aconsejo yo -decía-, que no me creo un vivo, sino apenas “un gil avivado”.
Hay que ganarlos, Fito. No ratificarles que pertenecen al bando del privilegio donde está la Sociedad Rural (¿cuándo vieron una vaca esos que votaron a Macri? ¿Qué saben de la renta agraria diferencial?), y decirles cómo operan las grandes multinacionales y ciertas embajadas y las corporaciones mediáticas.
Los necesitamos, Fito. Comprendo tu bronca, la de un artista; comprendeme a mí, desde la historia y la política.
Te mando un fuerte abrazo. Y te digo: en octubre, ganamos lejos.

(#) Corriente Política Enrique Santos Discépolo

jueves, 14 de julio de 2011

Como si fuera hoy...Mordisquito, no debés volver....



¿Vos te creés que yo tenía la menor sospecha de que iba a reanudar estas audiciones? ¡No! Si te lo dije todo. Treinta y siete noches te hablé, treinta y siete noches en que te lo dije todo y vos no entendiste nada. Mejor dicho, no es que no me entendiste. No quisiste entender, que eso es peor. Pero te hablé treinta y siete noches y creo que ésa fue la embarrada. Yo debía haberte hablado treinta y siete días, siempre de día. La almohada, es un elemento muy valioso en la vida de la gente, pero la almohada sola, entendés, sin la noche. La almohada y la noche juntas son un peligro tremendo para la gente que como vos acuña desesperanzada la idea de una rehabilitación que no puede llegarle, que no debe llegarle porque sería la desgracia de todos. ¿Entendés? Porque la noche es terrible. Porque a muchos como vos les da una idea deforme de la realidad y porque el insomnio tiene la virtud de transformar en razonables las cosas más injustas. Lo tuyo, por ejemplo. ¡Que querés volver! Lo tuyo, que es monstruoso porque es historia y está escrito en la memoria, en los papeles, en las cárceles, en los muertos y en los vivos que están muertos. Sos el pasado, el pasado más cruel que haya vivido nación alguna. Porque ningún país nació a la vida con tantas posibilidades para ser dichoso como este tuyo y ninguno padeció tanta injusticia y tanta barbaridad como este tuyo y por tu culpa. Sos el pasado que quiere volver por amor propio, sólo por amor propio. Idea mezquina la tuya en esta hora de las grandes decisiones, tan mezquina la idea que de tanto andarte a pie por la cabeza ella misma se te ha detenido avergonzada en las sienes y te late como si tuvieras un kilo en cada una. ¿Y sabés por qué? Porque tu idea y yo sabemos que no debés volver. Y vos también, en el fondo de tu alma, aunque lo escondas, sabés también que no debés volver. Por decoro. Por recuerdo. Por historia. Sos la imagen del retroceso, de la injusticia, del hambre, del entreguismo. Y el pueblo lo sabe, como lo sabés vos. El pueblo lo sabe, porque lo padeció, que venís de viejos partidos que nunca hicieron nada en beneficio del pueblo que es la patria y que si alguno de los tuyos, alguna vez, intentó portarse bien, se cansó en seguida. Fue solamente algún abuelo que se murió hace mucho. El pueblo sabe que vos sos nieto, que todos ustedes son nietos, que ninguno de ustedes hizo nada más que ser nieto, nieto de la plata, nieto de las ideas. Que desde la muerte de ellos, hasta la llegada de este gobierno, hubo un vacío de dignidad y esfuerzo que vos pudiste llenar y como un criminal no cumpliste ninguna de las veces que se te dio el gobierno. Porque vos no sos una esperanza, ni una incógnita. ¡Vos gobernaste! ¡No una vez, sino varias veces… y mal! ¡Gobernaste mal! Infamemente. Y el pueblo sabe eso, como sabe todo. Reconocé entonces que es mal negocio para un pueblo tu vuelta al poder si para respetarte un poco ese pueblo tiene que pensar en tu abuelo. Mal negocio para un pueblo como éste que está frente a un gobierno de asombro que le ha dado lo que ni Diosni la madre le dieron en mil años. De un gobierno que ha puesto en marcha a la patria hacia un destino que nadie, nada más que él solo, puede conducir por una razón sencilla: porque este gobierno, en vez de seguir lo clásico que era tan cómodo, se metió en el tembladeral de las revisiones alcanzando a cada uno la proporción de dicha que le corresponde, revolución gloriosa que se alcanzó con el esfuerzo de unos cuantos para felicidad de todos, tan afortunada como revolución que vos, para darle alguna posibilidad a tu propaganda, tenés que ofrecer en tus discursos migajas de esa doctrina triunfante. No creas que no te oí; bien claro que lo dijiste en una proclamación: «Y podemos asegurar a los obreros que si llegamos al poder las conquistas obtenidas no se perderán». ¿Obtenidas por quién? Por este gobierno. ¿Y si las obtuvo este gobierno, por qué te van a votar a vos? Has perdido hasta la sensación del ridículo. Mirá: este gobierno es tan perfecto que, por lograrlo todo, hasta nació de un carozo: no arrastra taras, no arrastra pasado, sólo tiene un presente indiscutible y un porvenir que da envidia. Sí, Mordisquito. Vos sabés que no debés volver. Como sabés también que en el cuarto oscuro tus candidatos y vos lo van a votar a este gobierno. Sí, calláte. Yo sé lo que te digo. Si esto no fuera tan serio, si se pudiera hacer la broma, me gustaría que los peronistas todos te votáramos para verte disparar al extranjero horrorizado del triunfo, espantado de no saber qué hacer con un país cuyo destino no entendiste nunca y cuyo bienestar te repugna. Hasta mañana, Mordisquito. Vengo por pocos días porque me has hecho volver, pero es la hora de las definiciones y yo tengo la obligación de decirte por qué no te prefiero ni yo, ni este pueblo. Tengo cincuenta años y una memoria de fierro. Y en esas condiciones, ¡no me la vas a contar, Mordisquito!

miércoles, 13 de julio de 2011

Discepolín!

Un malestar, una enfermedad resultan de pronto un balance de cariño, un inventario de ternura cuya medida uno creía capaz de sospechar y que, de pronto, lo sorprende desbordando, colmando la aspiración más vanidosa. A tal punto que sin la oportunidad de este micrófono me hubiera sido imposible expresar mi conmovida gratitud a uno por uno de todos los que se han interesado por mí. Lo peor de la enfermedad no es la enfermedad misma. ¡Qué esperanza! Es tener que explicarla. Contársela minuciosamente a uno por uno, a todos los que tienen la cordialidad de venir a visitarte. Vienen las tías que uno no vio desde la enfermedad pasada, y hay que contarles. Si es un resfrío o una gripe, la pregunta de práctica es, inevitablemente: «¿Cómo te la agarraste?» Yo no me la agarré. Es la gripe la que me agarró a mí. Vienen los amigos que ayer estuvieron al lado y te reprochan: «¿Pero cómo fue? Si ayer estabas lo más bien». Sí, ayer sí, pero hoy no. Hoy estoy lo más mal. ¿Acaso no puede ser? ¡Comprenderán que no ha sido por gusto! ¿Cómo me va a gustar a mí, que tengo apenas para defenderme dos docenas de glóbulos rojos, perder la mitad? No. Pero me ofrecieron la posibilidad de discutir desde este micrófono, y yo soy capaz de discutir hasta con un glóbulo solo, porque para tener razones no hace falta más que un glóbulo en las venas, pero lleno de convicciones. ¡Porque a mí no me la van a contar! ¿A mí, que tengo cincuenta años de estatura, cincuenta años de los cuales los primeros cuarenta y cinco me los he pasado acumulando, soportando promesas que nunca se cumplieron? ¿Pero me la quieren discutir? ¡Y bueno! Yo comprendo que físicamente no puedo pelearme con nadie porque no soy ningún suicida, ¡pero discutir!… ¡Claro que vamos a discutir! No es que ser porteño signifique, obligatoriamente, ser descreído o ser escéptico. ¡No! Pero nos tuvieron tan acostumbrados, durante tanto tiempo, a prometernos la chancha, los veinte, el rango, el organito y la pata de goma sin darnos siquiera la mitad de los veinte que, lógicamente, ya no creíamos más nada, y frente a cualquier plataforma contestábamos: «¡Bah, promesas!» ¡Pero eso de seguir negando las cosas por inercia o como postura, no! Sobre todo que lo que ellos nos prometieron ayer sin dárnoslo, se cumple hoy: llega un Gobierno que toma las promesas en serio y las realiza. Pero, mientras se construye, vos seguís negando y amenazando con: «el año que viene me la vas a decir». ¿Y qué te tengo que decir? ¿Que el año que viene vas a estar mejor?… ¿y el otro?… ¿y el que sigue? ¿Que hay conquistas que ya son de hierro y no se pueden perder, que no se van a perder? ¿Eso querés que te diga? Y bueno: vos querés discutir. Yo también. Te espero mañana, porque yo estuve enfermo estos días. Pero eso de que vos vivías antes mejor con 120 pesos que ahora con 1.500, no, no… ¡Ésa, a mí no me la vas a contar! ¡No!