miércoles, 25 de noviembre de 2009

Lluvias, sequías, negocios y medios...

Que el cambio climático nos está afectando a todos, no es una novedad. Pero deberíamos tomar conciencia y ser cuidadosos al hablar de las situaciones vividas y sufridas en las distintas regiones del país. Las cifras, a las que son tan adeptos los noticieros, son gente. Gente que está sufriendo un fenómeno ocasionado por todos nosotros. Por la falta de previsión, de cuidado, de conciencia, de ecología. Gente, como vos, como yo. Gente que tiene los mismos derechos. Sí, los mismos. La Argentina somos todos los argentinos.
Van fragmentos de una nota:

La inundación, Holanda y Dios
Por Mempo Giardinelli
Desde Resistencia


Una amiga me manda un mail, fraternalmente preocupada: “...los noticieros a veces exageran, pero quiero saber si estás en Resistencia, si están bien, si los complicaron las lluvias”.
Siento una rabia profunda que se sobreimprime a la ternura que me produce la carta de mi amiga. Respondo:
“Los noticieros porteños siempre exageran, sobre todo si –como ahora– se trata de hacer antikirchnerismo barato. Son capaces de cualquier cosa, sólo les falta decir que Cristina tiene la culpa de la lluvia. Por eso en casa practicamos la sana terapia de no mirar más la tele. Todo mejora si uno acaba con TN, América, el 9, el 11, el 13 y demás. La vida readquiere sentido. De veras.
“En cuanto a nosotros, estamos bien. Con agua alrededor y percances varios, obvio, pero bien. Los que están realmente jodidos son los miles de desdichados que dependen de los punteros K, los punteros radicales, los piqueteros de izquierda y de derecha, los del PO y los de Castells, los PRO y los que le creen a la Legrand y a Tinelli, a Duhalde y De Narváez, a los ‘grandes diarios’, a Susana y al rabino Bergman y etc, etc. Esos ya no tienen remedio, pobres. Aunque no todos tengan agua alrededor, están hundidos hasta el cuello.”
Dudo si envío mi respuesta o no. Consulto en Internet: las perspectivas son horribles. El Weather Report gringo, experimentado y confiable, anuncia tormentas y lluvias diarias hasta el 2 de diciembre, por lo menos. Caramba. Mientras tanto el agua avanza y estamos rodeados. La ciudad ya está por debajo del Paraná: somos el centro de una palangana atravesada por el hermoso pero estropeado río Negro.
(...)
Lo cierto es que después de varios meses de una sequía atroz ahora hay agua de sobra. Estaba cantado, todos sabíamos que esto iba a suceder. Incluso ya sabemos que el año que viene habrá otra sequía y luego otra inundación, y así. Y todos rogando que las defensas de la ciudad aguanten.
(...)

Pero mejor me callo, porque además de miedo siento bronca y vértigo. Esto último porque en el Gran Resistencia, como se dice ahora, somos más de 300 mil personas. Imagine el lector.
Y en cuanto a la bronca, cómo no nos va a dar rabia escuchar y ver a tanto imbécil de la tele porteña exagerando descaradamente. Porque para el golpismo destituyente –o como se llame a los que niegan que son golpistas, pero lo son– todo suma. “Cuanto peor, mejor”, es su pensamiento canalla. Y sus empleados frente a las cámaras son capaces de decir cualquier cosa.
Los chaqueños nos unimos en el aguante y la solidaridad que aparece en cada inundación es conmovedora. El agua aquí duele tanto como la sequía. Por eso fastidian tanto la desinformación y la mentira interesada. Porque los medios porteños no dicen una palabra de la tala de bosques, de la desertificación de medio país para beneficio exclusivo de macroemprendimientos agropecuarios que se llaman a sí mismos “el campo”, y que son –ésos sí– los grandes culpables de esta alternancia atroz de sequías e inundaciones.
Hago Send, nomás, y me quedo pensando que esto no es Holanda ni está probado –como dicen– que Dios es argentino.
El cielo está preñado de nubes y en cualquier momento vuelve a llover.

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