jueves, 3 de diciembre de 2009

Incoherencia adversativa



Y sí, finalmente, debutó la asignación por hijo. Hay que celebrar. A lo grande.
Confieso que cuando escuché la noticia por vez primera, pensé, muy ilusamente: ¿quién puede ser tan contradictorio como para rehusar esta medida? Básicamente, mi ingenuidad me impedía vislumbrar la posibilidad de que exista alguien tan incoherente como para oponerse. De hecho, me autoconvencía, la mismísima lógica universal me acompañaba:
si:

- a) todos se quejan de la abrumante pobreza y los millones de desnutridos,

y - b) "El subsidio a niños y adolescentes llegará en diciembre a casi 2,7 millones de hijos de padres desocupados y de aquellos que trabajan en la informalidad y ganan menos del salario mínimo. La asignación también corresponde a los hijos de empleadas domésticas y a los llamados monotributistas sociales. Hasta el momento hay 1.445.000 familias habilitadas para cobrar, pero la cifra se duplicaría en los próximos meses, ya que el número de chicos que cumple con los requisitos del programa ronda los cinco millones"


ergo, -c) todos van a estar contentos de que las personas en condición de pobreza accedan a un mínimo de 180 pesos por hijo.


(Aclaro, la ilación de las premisas no es exacta ni perfecta, pero quizás me dejaba llevar más por el sentido común).

Convengamos, todos se llenan la boca hablando de los pobres. Se quejan de que haya desnutridos por todo el país. Reclaman y exigen que se los atienda y que el gobierno haga "algo". Y ahora, que por fin hizo "algo", vituperan: "¡es una medida demagógica, clientelismo!", y un par de aberraciones más. Y agregan: "¡hay que dar trabajo, no planes sociales!". Mi lógica definitivamente no funcionó como creía, no es "lógicamente universal", reflexioné.

Discutiendo esto con un tercero, pregunté: "¿Entonces, hasta que se le pueda dar trabajo, hay que dejar que se mueran de hambre?". Su respuesta fue: "No, bueno, pero....". Esa es la adversativa preferida, seguida generalmente de un absoluto silencio, o de un "qué se yo...es lo que me parece...", carente de fundamentos y razón. El "opinismo" en su grado máximo.


"¡¿No bueno pero qué?!", grité en silencio. En ese punto álgido de la discusión, opté por abandonar la cuestión, desviarme por la tangente y, acto seguido, no volver a abordar la referida temática con semejante personaje, debido a las secuelas que dicha situación acarrearía en mi salud: la profunda sensación de tristeza y pena o la ira visceral ocasionada por sus dichos.

Ahora que lo pienso, mi ilusión se estrelló con el rígido muro de la realidad. Entonces recordé la tira de Mafalda, y pensé nuevamente en Susanita. La gente -bueno, no toda, mejor: mucha gente- quiere que los pobres continúen pobres. No quiere la igualdad de clases. Quiere ser más que otro, sentirse importante, distinguida, egregia. Y esta gente, lejos de egregia, es gregaria. La repugnante manada pasta lo que escucha o lee, y lo traga sin masticarlo, como buen animal que es, para luego mugir en consonancia. No quiere quedarse fuera del tema de conversación y necesita dar balidos al respecto para no asumir su completa ignorancia. Después de todo, excepto Sócrates, nadie se reconoce ignorante. Y, convengamos, todos lo somos en algún punto.

En una obra de Marechal, un personaje dice: "La filantropía es una máscara del remordimiento burgués". Disiento, totalmente. No hay remordimiento de por medio. La "filantropía", -entendida no al estilo prometeico, sino al estilo Susanezco-, es una máscara de la esencia burguesa. Y si el gobierno les quita esa máscara (es decir, la ausencia total de pobreza -es utópico, ya lo sé, pero me reconozco naif-), las probables consecuencias para el rebaño serían las siguientes:

1. Les quitarían un tópico de su limitado y unísono mugido.
2. Les quitarían un hobby, que, en algunos casos, mantiene entretenida a la piara.
3. Les quitarían el estatus elitista que consideran merecido por nacer en alfalfa de oro: "¿mirá si el día de mañana tienen más acceso y nos igualan? No, eso sí que no! Yo soy más! Punta es para pocos, loco, Brasil es para pocos...además, si todos tenemos todo: ¿qué me distingue? No da!

En una de las entrevistas a los presidentes latinoamericanos, Lula dijo, palabras más o menos, que gobierna como una madre: una madre ama a todos sus hijos, pero cuida especialmente al más débil, al más necesitado: "Los ricos no necesitan al Estado". Me alegro y celebro que este gobierno por fin haya prestado atención a los más débiles. Y a todo aquel uniforme ganado que se opone, los exhorto a que dejen de observar el mundo a través de sus ojos unidireccionales, que por dos segundos se pongan en la posición del otro y dejen de cocear obcecadamente.
Y, si no, te reto, a vos, oponente, a que te plantes en el medio de una villa carenciada y grites a los cuatro vientos que sos opositor, que objetás la medida, que preferís que se mueran de hambre. Dale, te reto! Hacelo! Bancate tu discurso clasista! Ah...no lo vas a hacer?
Veleta, mantené tus "principios" en todo momento y lugar!

2 comentarios:

  1. Me adhiero a tus comentarios.
    ¡Que bueno que está que podamos opinar por nosotros mismos!

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  2. Gracias! Espero tus aportes también!

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