sábado, 19 de diciembre de 2009

Los hijos de Matildita

Parte II: Matilde

En efecto, después de 26 años, Matilde ahora tiene 42. También dirá “¡qué país!” ante cualquier cosa que no le gusta, pues sin duda la culpa de todas estas desgracias las tiene ‘el gobierno’. Ocurre que Matilde, como su mamá, no se alegra con el bien del prójimo, sino con la desgracia del enemigo, aun si ello implica la desgracia del prójimo. Su mamá deseaba que fuera su suegra la que estaba muerta sólo para que su cuñada sintiera remordimientos. ‘Cuanto peor, mejor’, digamos.

Es reporteada en la calle, y dice que por qué no puede opinar, si puede hacerlo cualquier inepto que no sabe hablar y que ni siquiera sabe conjugar los verbos. Ocurre que Matilde no cree en que alguien que no tenga fácil acceso a la educación pueda, no obstante, tener criterio. Porque cuando era Matildita, su mamá le enseñó que “qué se puede esperar de la hija de una sirvienta y de un mozo de bar de barrio”.

Matilde pasa varias horas frente a la computadora mandando cadenas de e-mail, con mensajes en power-point, declarando que los ‘negros’ son todos vagos y que tienen la suerte de no pescarse enfermedades, por haberse criado entre la mierda. Y está en contra del matrimonio gay. Todo porque su mamá, que es “católica apostólica romántica”, le dijo, mientras tomaban un helado en la calle, “¿Qué somos? ¿Negros, para ser tan salvajes? ¿O judíos, para no tener siquiera creencias religiosas?”.

De modo que, además, se dedica a divulgar todas las cosas que encuentra en internet, como por ejemplo que está mal dicho presidenta, porque ella no entenderá nada de política pero no quiere ser una persona malhablada, ya que sabe muy bien que es “horrible tener que vivir toda la vida rodeada de gente bruta, sin cultura”, como le enseñó su mamá. (Claro que, cuando su mamá dijo eso, inmediatamente fue cagada por el loro, igual que Matilde acaba de enterarse de que sí existe presidenta. A no contarle a nadie, por supuesto. ¿A quién le gusta contar que lo han cagado?)

Matilde toma un taxi y tuerce la boca porque el taxista es boliviano, y peor si éste se alegra porque el presidente de su país fue reelecto. Porque entonces piensa (por supuesto que no se lo dice), como su madre, “pero por qué no se quedarán en sus países estos comunistas muertos de hambre”.

Matildita no sólo es una hija de su madre. También es una sobrina de sus tíos, Antonio y Nora. Por eso, cuando tiene que ver por tele, desde el living de su casa, los casos de desnutrición en Tucumán o los inundados de Chaco, sólo puede invocar al Todopoderoso exclamando, como su tío, “¡Dios mío! Qué poco se puede hacer por la gente”, concluyendo, mientras empieza a hacer zapping hasta encontrar un programa de almuerzos, que “lo único que se puede hacer es no pensar, porque si no…”. (Esto de la boca para afuera, porque para adentro ya sabemos que ver esto sólo puede ser un motivo más de alegría según su lógica del ‘cuanto peor, mejor’.)

Es que por suerte la miseria está muy lejos de su casa. No entra dentro de esta categoría su prima, de 26 años, a la que en realidad apenas conoce, pero por la que no se preocupa, porque en todo caso lo que sobrelleva es una “miseria digna”, que no miseria a secas. Matilde pudo pagarse hace unos años un autito, una multiprocesadora y un viaje a Brasil, por eso no se incluye en la misma categoría de su prima, que tiene entendido que tiene que manejarse en bicicleta con su crío –madre soltera, en fin…– para poder ganarse unos mangos y terminar el secundario. Tanto por esto como porque Matilde mantiene a rajatabla la dieta de la Luna, siempre dice, como su tía Nora, “no soy muy amiga de las masas”.

Por último, Matildita también es una nieta de su abuela. Mamá Cora le ha contado varias veces, de niña –porque de adolescente ya no le daba bolilla–, cómo había criado a sus hijos, en particular al padre de su padre, a quien se lo mataba de hambre, se le rompía la cabeza o se lo encerraba en la piecita del fondo si lloraba mucho. “Y así salieron, sí señor, muy religiosos”, era el corolario de la historia. Por eso está de acuerdo con la mano dura, porque sabe que sólo así se pueden lograr buenas personas.

1 comentario:

  1. kirchnerista de cuartaaaaa!viva la carotidaaaaaaaaaa! Elvira.

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