domingo, 20 de diciembre de 2009

Los hijos de Matildita

Parte III: Los hijos de Matilde


Así las cosas, Esperando la carroza no podría ser ya considerada una película de mero género comedia costumbrista o comedia negra, sino como algo más aproximado a la Comedia Antigua o Media, donde la crítica social, directa o indirecta, era el motor de la obra. Sucede que por muchos años, uno no podía terminar de verla si no era con una sonrisa y/o, a lo sumo, con lágrimas de simpatía ante el tierno final. Porque todos esos diálogos en los que Matildita se veía envuelta no podían ser más que ‘cachada’. Pero ahora Matildita es Matilde, existe, es de carne y hueso, y sus palabras ya no forman parte de una historia ficcional, sino de una obra cada vez más actual. Y, por sobre todo, sus palabras ya no son cachada.


Y ahora Matilde también tiene hijos, de la misma edad que ella tenía cuando mamó las enseñanzas clave de su vida. Ahora es ella la que será un modelo a seguir. Y aún más: ahora ellos están expuestos a mucho más de lo que podía verse en la tele cuando ella era chica, que eran puros novelones y ‘Si lo sabe, cante’.


Pero quién sabe. Tal vez, ya que Matilde no ha elegido cambiar el rumbo que le marcaron sus padres, tíos y abuela, aún podamos decir de los hijos de Matilde que no son bisnietos de Mamá Cora, ni sobrinos nietos del tío Jorge ni nietos de la Elvira: tal vez estemos a tiempo de decir que son sobrinos nietos de ésa a la que nunca consideraron de la familia, de Susana. Ésa, la que abrió toda la historia con su nerviosismo e intolerancia, y la cerró con su nobleza y templanza. Ésa, el único personaje de la obra que nos la hace pensar como una buena noticia. Ésa que, finalmente, con una risa incontenible, clavó sus ojos llenos de lágrimas de angustia en la cámara, en Matildita, en los hijos de Matilde, en nosotros (un ‘nosotros’ absolutamente inclusivo), y dijo: “de vos, de todos nosotros me río”.

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